El adiós en un pais que huele a muerte

Categoría: Estado Publicado el 27 Febrero 2020
Escrito por ecos

Xalapa, Ver. 27 de Feb. (SPI).– Dos ciudades, dos historias, dos tragedias y un solo destino en un país donde la oscuridad reina: la muerte.

Separados por kilómetros, con música de mariachi y con el dolor atravesado en el alma de los suyos, fueron despedidos Francisco Javier Tirado, un universitario; y Josué Vital Castillo, conductor de Uber. Ambos, unos jóvenes.

En Cuautlancingo, una zona conurbada a la ciudad de Puebla y en Xalapa, capital de Veracruz, el desánimo invadió a docenas de personas que se despidieron de dos de las cuatro personas asesinadas el lunes en Huejotzingo.
Y los gritos de dolor en lugares tan diametralmente opuestos pero tan unidos por la violencia que se niega a dejar a una nación.

“Ayyy hijo de mi corazón”

Un balón desgastado en color rojo y la playera de su equipo de fútbol el Cruzeiro acompañaron a su última morada a Josué Vital Castillo.
En la humilde vivienda de la familia Vital Castillo, docenas de personas, familiares y amigos, le dijeron adiós al chófer del Uber que fue asesinado junto con tres estudiantes universitarios.
En una localidad llamada San Lorenzo Almecatla, del municipio de Cuautlancingo, unas espinilleras y el informe del Barcelona, fueron colocadas en el féretro del esposo y del padre de un niño de siete años.
La casa, las calles, la iglesia y el panteón municipal vieron partir con música de mariachi al hombre que se ganaba la vida conduciendo un auto.
Junto con las más de 200 personas, sus compañeros de Uber también lo fueron a despedir por las calles donde su familia y amigos lo vieron crecer y formar una familia.
Pegada al feretro, tumbada sobre la tierra, una mujer grita y entonces los corazones se hacen pequeños.
“Ayyy hijo de mi corazón… Ayyy mi papacito lindo”, suelta y si alguno seguia sin quebrarse ahí se rompió por completo.

Los aplausos del adiós

Y de pronto los vientos del norte que habían golpeado a la ciudad de Xalapa cesaron por completo.
El feretro con los restos del joven estudiante universitario Francisco Javier Tirado habían llegado a su última morada: el Panteón Bosques del Recuerdo
Junto a las banderas de México y Colombia, la casaca del equipo cafetalero también acompañó al muchacho a su tierra natal, la capital veracruzana.
La música del mariachi se fundió con los gritos de dolor de sus padres y familiares más cercanos por la partida de un estudiante de medicina considerado como alegre, solidario y feliz.
En una montaña de la ciudad, todos incrédulos, por la muerte del estudiante de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el mismo que había invitado a dos amigos colombianos a vivir en Puebla y disfrutar del Carnaval de Huejotzingo.
El padre nuestro repetido una y otra vez trajo de nuevo los vientos, pero ahora con ráfagas calmadas que hacían girar a los cientos de rehiletes que acompañan a los muertos de este lugar a su eterno descanso.
Y entre los aplausos, una grito de dolor que retumba en todo un país: “Nooo mi Javier. No mi gordito no, mi gordito chulo nooooo porque me dejaste”