Patricia Morales/ Ecos de Veracruz
Uno de los elementos indispensables en los altares es el pan de muerto, su elaboración se remonta a la llegada de los españoles a la Nueva España, ahora México, en los rituales de sacrificio al ofrecer a una princesa a los dioses, el corazón era bañado en amaranto como ofrenda.
Al encontrar muy violenta esa acción, los españoles sugirieron la elaboración de un pan de trigo y amaranto cubierto de azúcar roja, que simbolizaría el corazón de las doncellas a modo de que ellas ya no tuvieran que ser sacrificadas.
Esos son algunos de los indicios para que el pan de muerto llegara a ser como lo conocemos hoy.
Ese pan suave de forma circular que simboliza el ciclo de la vida y la muerte, en su parte superior lleva un circulo pequeño que simboliza el cráneo, las cuatro tiras o canelillas simbolizan los huesos colocados en forma de cruz que también simbolizan los cuatro puntos cardinales consagrados a los distintos dioses, Tláloc, Xipe Tútec, Texcatlipoca y Quetzalcóatl y los pequeños círculos en ellas son las lágrimas derramadas por los que han partido.